La reina del Chantecler

Un ambiente de Madrid castizo, un aire de picante condición, una propuesta distendida pero intensa, un susurro que parece una invitación a mantener la atención en la pantalla y una cierta intriga conforman un argumento en el que una docena de canciones se escapan entre los fotogramas para que S. Montiel aparezca con marchamo internacional y visos de estrella grande.

La propuesta cinematográfica es sencilla -poco ambiciosa, en realidad- porque en este tipo de producciones lo que más suele importar es el lucimiento de la artista aunque para ello haya que implicar algún trasunto político, tomar prestadas las fiestas populares, incluir lances románticos o sea preciso reclamar la presencia de la propia Mata Hari.

No tiene este film nada que ver con el siguiente de Sara con Rafael Gil que fue «Samba» y que tuvo un resultado mucho más interesante. Los únicos elementos destacables son algunos detalles de ambientación y las interpretaciones de Luigi Giuliani y Pedro Osinaga. Alberto de Mendoza está correcto en la película, aunque tuvo interpretaciones mejores y lo mismo le pasa a Gerard Tichy quien al menos aporta esa elegancia tan suya. Sara actúa con el glamour acostumbrado, pero decididamente este fue uno de los títulos menos considerables de su época dorada.

A pesar de todo algunas de las virtudes de Rafael Gil asoman a lo largo del metraje, entre ellas lograr dirigir con acierto a actrices ilustres como Milagros Leal, Amelia de la Torre o Julia Caba Alba.