La Vía Láctea

(1936)

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Valoraciones

La historia engancha. Tiene situaciones divertidas. Harold Lloyd parece sentirse cómodo en el cine sonoro. Quienes lo secundan: Menjou, Stander, Mack y demás actores de reparto, encajan en lo suyo. El ambiente, con toda su simpleza, funciona como historia de un hombre del pueblo… pero, la esencia del personaje, aquel Arte de la Esquiva que parecía tan prometedor, se queda en los pañales y la historia se difumina perdiendo su rumbo y desencantándose por completo.

Lloyd propuso a Leo McCarey como condición para salir en la peli. Lloyd quiso una elevada suma más el 50% de los beneficios que diera la peli. En 1945 Samuel Goldwyn compró los derechos de El asombro de Brookyn y en el contrato decía que debería desaparecer del mapa La vía láctea. Lloyd más listo que el hambre guardaba el master original de esta obra maestra y la salvó de la desaparición. Chaplin y Lloyd eran dueños de sus películas y Keaton no. Otra diferencia más entre los dos mejores cómicos del planeta y el resto.

Sólo los directores Newmeyer, Taylor, Wilde y Bruckman supieron captar la fuerza, la poesía y el virtuosismo del gran Harold Lloyd, un hombre que, definitivamente, pertenece sólo a una época: los años 20. Lo que siguió luego (con alguna excepción), se doblegó ante el sonido, y poniendo en primer plano las palabras, dejó en segundo término los gags, la poesía de la imagen pura y la virtud extraída del movimiento. Y así, el cine cómico perdió su magia, porque abandonó aquel sustrato que lo hizo grande.

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