La vendedora de fantasías

Dirección y Género: Daniel Tinayre logra un «gran balance entre la comedia y el policial» en esta película, un rasgo característico de su estilo, que también exploró en filmes como Pasaporte a Río (1948). La cinta es mencionada como un ejemplo de cómo Tinayre jugaba con el glamour y las identidades dobles, acercándose a la modernidad cinematográfica desde distintos ángulos.

Actuaciones: La actuación de Mirtha Legrand es frecuentemente elogiada, destacando su versatilidad al interpretar a una empleada de tienda, una detective aficionada y una maniquí, a lo que se ha referido de forma pintoresca como la «Barbie nacional». La química con Alberto Closas también fue un punto fuerte, colaborando juntos en varias películas exitosas.

Recepción y Legado: En el momento de su estreno, la película fue bien recibida tanto por el público como por la crítica especializada. Algunos críticos la consideran «el último film de peso en la carrera de Mirtha Legrand» dentro de ese período del cine argentino. Su estilo narrativo y temático se inscribe dentro de una continuidad del cine argentino de la época, que mezclaba ingredientes locales con influencias cosmopolitas.

Contexto Estilístico: La película es vista como parte de una serie de producciones de Tinayre que, a través de la comedia, la intriga y el glamour, lograban el aplauso unánime de la crítica del momento.

En resumen, La vendedora de fantasías es recordada como una película sólida y entretenida, que funcionó eficazmente como un thriller ligero con toques de comedia, y que brilló gracias a la dirección de Tinayre y al carisma de su pareja protagonista.