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Tintín en el Congo (Tintin au Congo) es el segundo álbum de Las aventuras de Tintín, la serie de cómics del dibujante belga Hergé. Encargado por el diario conservador belga Le Vingtième Siècle para publicarlo en su suplemento infantil Le Petit Vingtième, fue publicado semanalmente desde mayo de 1930 a junio de 1931, antes de ser publicado en un volumen recogido por Éditions de Petit Vingtième en 1931.

La historia narra las aventuras del joven periodista belga Tintín y su perro Milú, que son enviados al Congo Belga para informar sobre los acontecimientos del país. Convertido en gran jefe los babaorom, Tintín esquivará las trampas de una banda de gángsters empecinada en controlar la producción de diamantes en el Congo. En medio de varios encuentros con el pueblo congoleño nativo y varios animales salvajes, Tintín descubre una operación criminal de contrabando de diamantes dirigida por el gánster estadounidense Al Capone.

A raíz de Tintín en el país de los Soviets y reforzada por trucos publicitarios, Tintín en el Congo fue un éxito comercial en Bélgica y también fue publicado en Francia. Hergé continuó Las aventuras de Tintín con Tintín en América en 1932, y la serie se convirtió posteriormente en una parte definitoria de la tradición de cómic franco-belga. En 1946, Hergé redibujó y coloreó Tintín en el Congo en su distintivo estilo ligne-claire para su republicación por Casterman, con más alteraciones hechas a petición de su editor escandinavo para una edición de 1975.

A finales del siglo XX, Tintín en el Congo fue objeto de duras críticas tanto por su actitud racista y colonial percibida hacia el congoleño y por su exaltación de la caza mayor; en consecuencia, se hicieron intentos en Bélgica, Suecia, el Reino Unido y los Estados Unidos, tanto de prohibir el cómic como limitar su disponibilidad para los niños. La recepción crítica de la obra ha sido en gran parte negativa, calificada como una de las obras más discretas realizadas por Hergé, el cual ya era consciente de ello, puesto que en 1946 revisó este álbum y borró lo que se consideraba ofensivo para los africanos. Él sí se tomó esta molestia, a diferencia de los libros escolares belgas que, hasta 1960, hablaban sin el menor reparo de los «negros», presentándolos como eternos chiquillos… A pesar de todo ello, Tintín en el Congo es muy popular en la República Democrática del Congo.

Hergé tenía la intención de enviar a su joven reportero a los Estados Unidos. Después de las críticas al sistema bolchevique, había que mostrar los fallos del capitalismo estadounidense. Ante los dos polos políticos mundiales, la Unión Soviética y Estados Unidos, los países europeos buscan una tercera vía. En pocas palabras, desconfían tanto del materialismo y el sistema productivo estadounidenses como del comunismo soviético. El proceder de Hergé (un «toque» a la Unión Soviética, un «toque» a Norteamérica) se inscribe en este contexto. Pero hay una situación típicamente belga mucho más urgente a ojos del director de Le Petit Vingtième, el padre Norbert Wallez: el rechazo de los jóvenes belgas a comenzar una carrera en las colonias. ¡Él cuenta con Hergé y Tintín para suscitar vocaciones y mucho entusiasmo entre la juventud!

Es el padre Wallez quien empuja a Tintín al Congo. El Ministerio de Colonias belga se ha puesto en contacto con él. La propuesta: realizar una serie de reportajes «positivos» sobre la presencia belga en el Congo. De hecho, el Congo fue en un principio la propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica. Incapaz de hacer frente a las necesidades financieras que requería la gestión de este enorme territorio, el rey cedió el Congo a Bélgica (1908). Aunque este regalo levantó poco entusiasmo entre la población belga. La colonia necesita ejecutivos: solo los misioneros católicos y protestantes responden a la llamada. ¿Serán los administradores? Hay escasez de vocaciones belgas. Y lo mismo ocurre con las profesiones necesarias en un país tropical: ingenieros de caminos, ingenieros civiles, geólogos, ingenieros de minas, médicos, profesores … Por supuesto, algunos comerciantes se arriesgan a ir al Congo, pero son en su mayoría portugueses, griegos y chinos. A ellos se sumarán aventureros de todos las procedencias, pero volveremos a ello más adelante. Por otra parte, el gobierno belga pretende que la población se interese por la carrera colonial, y el padre Wallez propone a Tintín para ello. Y la idea los seduce.

1.ª edición B/N (1931)

2.ª edición B/N (1937)

1.ª edición en color (1946)

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