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Las joyas de la Castafiore (Les Bijoux de la Castafiore) es el vigésimo primer álbum de la serie Las aventuras de Tintín, escrita y dibujada por Hergé. Prepublicada en la revista Tintín entre el 4 de julio de 1961 y el 4 de septiembre de 1962, apareció como álbum independiente en 1963. Las joyas de la Castafiore constituye un curioso divertimento que se desmarca de lo habitual en los álbumes de Tintín: no hay viajes, no hay grandes acontecimientos, ni siquiera verdaderos villanos.
Mientras el Capitán Haddock descansa en el Castillo de Moulinsart, recibe dos cartas, la primera, de Tchang Tchong Yen, (que la aventura Tintín en el Tíbet va sobre él) y le dice que con los cuidados que le han dado en Londres está mejor, y la segunda de Bianca Castafiore que «se invita» a ella, a su camarera Irma, y a su pianista Wagner al Castillo de Moulinsart. El Capitán Haddock decide marcharse a Italia, pero una mala fortuna le provoca un esguince y tiene que aguantar a la Castafiore en silla de ruedas. A la vez Haddock quiere ayudar a un pueblo gitano que habita cerca del castillo. La diva debe tener mucho cuidado con sus joyas y provoca falsas alarmas por las noches pensando que han desaparecido. Un día vienen periodistas de la revista Paris Flash a hacer un reportaje, y un malentendido entre estos y el Profesor Tornasol hace ver que Haddock se va a casar con la Castafiore, y sus mejores amigos no dudan en felicitarle.
La cubierta del álbum ya es en sí misma una invitación al espectáculo que se desarrollará a continuación. Recomendando silencio, Tintín, en perfecta connivencia con el lector-espectador, le mira y le invita a entrar: Van a ver la comedia… ¡Chsss! Y ahora, ¡que comience la obra! El título original escogido por Hergé para esta historia era ¡Cielos! ¡Mis joyas!Este título fue rechazado por el editor Casterman.
Notoriamente ausente de la historia, el exotismo llega sin embargo a domicilio de la mano de los gitanos. Se trata además del único álbum de la serie, con El secreto del Unicornio, en el que a pesar de que los personajes no van a otras partes del mundo en pos de aventuras, estas surgen de todas formas. Un viejo proverbio rumano dice: «De lejos, el gitano es un ser humano». Al margen de la naturaleza atroz de esta frase, esta revela una actitud extendida hacia los gitanos.Ahí está la lección de Las joyas de la Castafiore: en 1961, Hergé fue uno de los primeros en dirigir una mirada desprovista de animosidad hacia los gitanos. Será abriéndose al diálogo con sus visitantes inesperados como Tintín y Haddock lograrán disipar muchas ideas tópicas… y falsas.
Cubiertas alternativas (no publicadas).

