Abuelo made in Spain

(1969)

Conectado a Mirror 1 – SD 825 Mb

Mirror 1 – SD 825 Mb
Mirror 2 – SD 825 Mb


Valoraciones

La película en si es divertida, con buenas intenciones, el perfecto abuelo que quiere que todo el mundo esté contento, entrañable, que ayuda a todo el mundo. Hay censura porque no se ve carne, ni siquiera vestidos cortos, no hay palabras malsonantes, no hay ni una sóla crítica a España o el modo de vivir de sus hijos, ni a la dictadura por supuesto … Todo es Disney, todo Bambi… pero más light aún, ni siquiera muere la madre.. Aquí no muere nadie.. .Como máximo un resfriado y suavecito eh!!!!

Una película concebida para tragar con el duro día a día de la gente aparentando normalidad, y que en el mundo hay gente maravillosa y buena, como Paco Martinez Soria, Rafaela Aparicio, etc…. y que buenos somos los españoles! Aun así gusta esta película, y divierte que es de lo que se trata. De las españolas de antes, de las mejores.

Cuando un núcleo familiar se derrumba, un hogar se pudre en el odio y la envidia, unos hijos pierden la cabeza en ambientes degradantes y todos se mienten y aparentan por el maldito interés, sólo un remedio es efectivo: el correazo en la mesa del abuelo de toda la vida…eso sí, dado con mucho afecto, la mayor cualidad de esta raza única.

Y es que absolutamente nadie lo ejemplificó mejor en nuestro cine patrio que Paco Martínez Soria, encarnando tanto lo más lúcido como lo más rancio del valor de la costumbre y la tradición, y por medio de una gracia, una simpatía, que ningún actor español actual posee. Se podría hablar de lo mismo en cada obra en la que apareció desde la triunfal «La Ciudad no es para Mí»; Pedro Masó comprendió el filón que poseía tras ver los grandes resultados en taquilla (antes no), y así se fraguó ese pequeño grupo constituido por el actor, el director Pedro Lazaga, el guionista Vicente Coello y él mismo, un grupo de éxito.

Sin contar «El Turismo es un gran Invento» ya que el enfoque es diferente, y basada en un guión original de Masó y Coello, «Abuelo «made in Spain» » es el tercer título donde Agustín Valverde vuelve a doblarse en otra versión de ese bruto pero adorable anciano que por un accidente debe mediar en el seno de una familia al borde de la quiebra. Marcelino es otro pueblerino, tranquilo en su mundo rural de cabras y bosques que responde a la llamada de una de sus hijas, desde hace años en Madrid.

A su llegada estamos volviendo a la obra de 1.966, pero la situación parece más cruda ya que el guión le da otras dos hijas de propina al protagonista; Coello y Masó conocen la fórmula de este género familiar y los ideales que debe reflejar Soria, y él también, y se explotan en el mismo contexto. A una familia antes unida la separan ahora kilómetros de distancia física y emocional; en la crítica al acelerado progresismo, el padre/abuelo comprueba cómo el ambiente degenerado de la capital ha corrompido la ética de sus hijas y, por extensión, la de sus nietos. Época de modas raras, drogas, «hippiesmo», frivolidad, occidentalización y conductas inmorales dentro de casa, aunque fuera se intenten preservar las apariencias.

Y aún era la España del Generalísimo, no crean. Pareciera que este Marcelino desea impartir una dictadura dentro de su aburguesada y rota familia, pero lo único que desea es una unidad basada en el respeto y el cariño mutuo; eso sí, la corrupción de la ciudad es tan grande que han de aplicarse algunos métodos desfasados.

La historia se nutre del humor ligero, pero podría ser un horroroso melodrama, ya que es la tragedia de un hombre que empleó mucho tiempo, esfuerzo y paciencia construyendo un núcleo familiar sólido y del que ahora sólo quedan las cenizas. Es indignante ver germinar la infidelidad, la pobreza y el desinterés de esta manera, y uno de los errores del guión es que necesita más tiempo para desarrollar a los personajes, pues hay muchos, y un ritmo más pausado, con menos elipsis y saltos arbitrarios en la trama.

Para eso, pese a los asuntos trascendentes que toca, se precisa un metraje extendido, algo contraproducente en la comedia de la época, cuyas ráfagas estropean el conjunto: ver a Soria intimando con el personaje plano de Florinda Chico aporta tan poco como esas patéticas escenas suyas en el hotel flirteando con jóvenes extranjeras, lo peor del trasnochado estilo «landista». Maniobra típica de estas películas para explotar el arte de Soria en el diálogo absurdo y el humor físico, lo que daña la coherencia y la estructura narrativa; en lugar de ese estúpido viaje a Portugal acompañando a Nieves, Visi debería haber ocupado mayor protagonismo, y los otros nietos también…que hay una docena y Marcelino sólo le presta atención a dos.

Lo peor de los instantes de picaresca con el género femenino es que ponen en entredicho la decencia del personaje, lo cual predica como si él la hubiese inventado (al menos es honesto: «¡De santo no tengo nada!», burla con la viuda de enfrente). El corto metraje también provoca el fallo de hacer que las cosas vuelvan muy rápido a su debido cauce, rematando la función con esos colofones tan ñoños para alegrar al público poco exigente; un resquicio de fatalidad al final de la historia es algo impensable y todos quedan bajo la sabiduría, la figura protectora, cálida y recta del padre/abuelo, que ya puede descansar en paz sabiendo que su misión de unión ha sido cumplida.

¿Qué es lo que probablemente suceda en cuanto ponga los pies fuera de Madrid? Pues que todo vuelva a estar como antes. Pero Lazaga no filma eso. Lo más interesante de esta y otras obras similares del actor es, pese a la época y su contexto, algo imprescindible para entenderla: lo rabiosamente actual de su tema. De ambientarse en nuestra época el protagonista se daría por vencido a los pocos días de llegar; sólo con enseñar la correa sería grabado con el IPhone de la nieta de turno, tildado de maltratador y encarcelado.

Choose your Reaction!
Deja un comentario

Tu email no será publicado.

Esta web no utiliza cookies ni aplicaciones de terceros, no recopila ningún dato personal y no contiene publicidad de ningún tipo. Más información: términos del servicio.